El tequila, esa emblemática bebida que ha traspasado fronteras y conquistado paladares alrededor del mundo, tiene una historia tan rica y compleja como su sabor. Nacido en la región que lleva su nombre, Tequila, Jalisco, este destilado tiene raíces que se remontan al siglo XVI, aproximadamente al año 1538.
Según el Consejo Regulador del Tequila el agave tenía múltiples usos pues sus hojas se usaban para construir techumbres, fabricar agujas, punzones, alfileres y clavos, hacer buenas cuerdas, elaborar papel y un cierto tipo de recipientes:
“Algún español desesperado empezó a fabricar mezcal en tierras pertenecientes a Tequila, dada la abundancia de agaves azules en la comarca y el enorme valor […] Resulta probable que al percibir su altísimo contenido de azúcares, los españoles de garganta más ansiosa hayan discurrido su destilación. Pero ese descubrimiento no fue precisamente aplaudido por las autoridades”
El origen del nombre “Tequila” es tan interesante como la bebida misma. algunas versiones sugieren que el vocablo proviene del náhuatl “tequitl”, que significa trabajo u oficio, y “tlan”, que se traduce como lugar, indicando un sitio de labor. Sin embargo, hay una versión complementaria que vincula el nombre a la obsidiana, una piedra típica de la misma región que se tallaba para usarse como herramienta, conocida como “tecatlis”. Quienes manejaban estas piedras eran llamados “tecuilos”, lo que eventualmente evolucionó a “Tecuila” y luego a “Tequila”.
La leyenda más fascinante sobre el origen del tequila cuenta que fue descubierto durante una tormenta eléctrica, cuando un rayo cayó sobre un sembradío de agaves. La intensidad del rayo provocó un incendio, calentando las piñas de agave y liberando una miel dulce y aromática. Los nativos descubrieron que al fermentarse, esta miel producía una bebida con efectos relajantes y eufóricos, considerada un regalo de los dioses de la embriaguez.
Inicialmente, el tequila era un fermentado de la planta de agave. Con la influencia árabe e hispánica, se comenzó a destilar en alambiques traídos al continente. Durante años, se le conoció como vino de mezcal o mezcal tequila, siendo mezcal uno de los nombres del agave. La historia narra que Don Cenobio Sauza, uno de los productores más importantes para la industria del tequila, fue quien le dio el nombre definitivo de “tequila” a la bebida.
Hoy en día, el tequila es mucho más que una simple bebida; es un símbolo de la cultura mexicana, una expresión artística de la tradición y el trabajo. Con denominación de origen, su producción está regulada para asegurar su calidad y autenticidad. Desde su origen ancestral hasta su reconocimiento global, el tequila continúa siendo un regalo que México comparte con el mundo, lleno de historia, tradición y, por supuesto, un sabor inigualable.
