En su carrera profesional como contador público, Diocleciano Reyna alcanzó todas las metas que se propuso. En 1965, comenzó su recorrido laboral como agente de Bancomer, donde sus capacidades lo llevaron a ocupar el puesto de jefe de auditoría y, posteriormente, de gerente regional. Hoy, es un ciclista de 74 años.
A pesar de su óptimo desarrollo profesional, Diocle (como lo llaman sus amigos) sentía que su vida se tornaba cada vez más difícil. Los hábitos que había llevado por más de 50 años le estaban pasando factura: se encontraba por cumplir los 70 y pesaba más de 100 kilos. “Solo tomaba refresco, grasas y carbohidratos… Mis triglicéridos se fueron por los cielos, al igual que mi presión”, relata el contador ya retirado.
Fue entonces cuando entendió que no iba por buen camino; sin embargo, se percató de que quizá no era tan tarde para cambiar sus hábitos. Recurrió al ejercicio no solo por gusto, sino también para mantenerse en plenitud el resto de su vida.
El cambio no se dio de un día a otro. El primer paso fue levantarse a las cinco de la mañana y salir a caminar. Diocle sabía que la constancia le ayudaría a adelgazar. Se prometió a sí mismo que, sin importar las trabas, continuaría ejercitándose a diario.
Su condición física y cuerpo fueron cambiando poco a poco; pero la exigencia hacia sí mismo no cesó. Durante un año entero, se dedicó a participar en competencias de trote y caminata hasta acumular 52 eventos deportivos.
Poco tiempo después, tuvo contacto nuevamente con un viejo amor que no frecuentaba desde la secundaria: la bicicleta. “Hace cinco años fui a la plaza principal y vi una carrera de ciclismo. Fue inolvidable observar la velocidad de las ruedas al dar vueltas, la gente, las patrullas, todo el espectáculo. A partir de ese momento, me obsesioné con las bicicletas”, menciona.
Al comprar su primera bici, Diocle encontró, más que un medio para ejercitarse, un grupo de amigos, a quienes conoció (y con quienes sigue entrenando hasta la fecha) gracias a Lifex Store. Esta empresa fue el vínculo que hizo al ciclismo entrar en su vida.
Debido a su constancia y habilidad, el nombre de este veterano comenzó a sonar en el mundo del ciclismo nacional. En 2013, ganó el Campeonato Estatal de la Federación Mexicana de Ciclismo, con lo cual pudo participar en la competencia nacional y regresar a casa con la playera de campeón. Los dos años siguientes, obtuvo los primeros lugares de su categoría a nivel nacional en las disciplinas de contrarreloj y ruta.
Ha formado parte de grupos como Sólo para Salvajes y ha recorrido maratones de alta exigencia. También, realizó un curso en la cadena deportiva ESPN, la cual lo dio de alta como especialista en deporte.
Para Diocle, las maletas hechas, las horas de viaje y las personas que se ha topado en el camino, son los elementos que le cambiaron la existencia. Al preguntarle lo que significa el ciclismo para él, responde inmediatamente: “Vida; tener nuevamente una meta y un objetivo para vivir es la razón por la cual me enamoré perdidamente de este deporte”.
El ciclista se muestra como una persona inquieta y jovial. Se levanta constantemente de su asiento, camina y aprieta el bicep haciendo alarde de su fortaleza. Parece que quiere rodar 100 kilómetros en ese momento. Ahora, pesa 65 kilos y se muestra aún sorprendido por el cambio tan drástico que tuvo: de aquel sedentario de casi 70 años al deportista de alto rendimiento que es hoy.
“De viejo llegan las depresiones; pero encontrar un nuevo objetivo te hace olvidar todo aquello que se dispara en tu mente. Yo tengo una razón, una satisfacción de correr con muchos grupos de jóvenes que no me dejan, siempre me mantengo en la misma exigencia que ellos”, comenta entre lágrimas.
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