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“Gala Tasaray”: La sátira de Rubén Cantor sobre el trabajo y la venganza

Foto de Rubén Cantor

Una joven ingresa a trabajar en una biblioteca universitaria con intenciones ocultas: vengar a su madre, víctima mortal de la burocracia de un sindicato corrupto. Este es el hilo conductor de la novela “Gala Tasaray”, la obra más reciente del escritor queretano, Rubén Cantor,  que hace uso de la sátira y la ironía para abordar uno de los conflictos universales: la humanidad y su relación con el trabajo. 

Cantor nació en 1987 en la Ciudad de México, pero estudió periodismo y literatura en la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ)

En la actualidad, radica en la ciudad de Querétaro, en donde se ha formado en diversos talleres y ha publicado seis obras, principalmente, en editoriales locales. 

Foto de Rubén Cantor

En el 2016, salió la plaquette de cuentos Kafkacóatl por Herring Publishers y, ese mismo año, fue beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA). Con este apoyo, escribió la novela El mal burgués, publicada en el 2018 por Editorial Montea. 

En el 2019, fue por segunda vez beneficiario del PECDA y, ese año, publicó el libro de cuentos “Régules”. En el 2021, publicó su la novela “Norcorea” por el Sindicado Sentimental. 

La Editorial Palíndroma es quien publica su última obra “Gala Tasaray” este 2024 y cuyo nombre se inspira en uno de los primeros clubs de fútbol que surgieron en Turquía “Galatasaray”. En la novela, hay espacio narrativo para la venganza de la protagonista y para la historia ficcionalizada de la creación del equipo. 

Cantor comenzó a escribir entre los 23 y 24 años, cuando trabajaba en una librería. “De tanto hojear los libros, se me levantó una especie de llama de decir: quiero escribir. Quiero hacer historias”. 

A partir de ello, tomó un taller gratuito en el Centro de las Artes (CEART), durante un año cada lunes en Querétaro. Cada sesión, tenía que llevar los avances de sus cuentos. 

Gala Tasaray forma parte de una trilogía independiente. Sus antecesoras son El mal burgués y Norcorea. Aunque Cantor señala que formar la trilogía obedece más a “un capricho”, adelanta que arroja pistas escondidas en los roedores en cada obra, y que las conecta entre sí, como una manera de agradecer a quienes deciden leer las tres.

Foto de Rubén Cantor.

“Independientemente de la trama, quería que fueran obras que se pudieran leer, que si alguien las lee las tres juntas, pudiera ubicar como esa pista (…) más que una secuencia es como una especie de recompensa por leer las tres juntas”, abunda. 

El absurdo como inspiración literaria

El absurdo y la ridiculización son marcas en las obras de Cantor. Para él, utilizarlas son una forma de remitirse a su formación inicial, el periodismo. Con estas herramientas literarias crítica problemáticas sociales, pero de forma “divertida”, no para tratar de “adoctrinar a la gente”.  

“Quiero mostrar cosas que para mí son muy absurdas y ridículas y ridiculizarlas aún más. Ir a los extremos y mostrar las contradicciones en las que vivimos y que vemos normales, pero en realidad son terroríficas, como el trabajo”, señala. 

Cantor, al igual que uno de sus autores preferidos, Franz Kafka, utiliza el trabajo como motivo literario. Para el escritor queretano, Gala Tasaray fue una especie de catarsis, en donde, se puede realizar una crítica, a partir del absurdo de los trabajos mecánicos.

“Mis libros favoritos de él (Franz Kafka) son El Castillo y El Proceso. Son libros que me causan un poco de ansiedad, porque el protagonista no puede salir de esa cárcel que es el trabajo y las reglas que hay, que son absurdas. Gala te trae como una catarsis para mí, como asimilar que fue para mí la vida laboral de la biblioteca”, señala el autor, quien labora en la vida real en una biblioteca.  

Una de las consecuencias fatales que hay en la novela “Gala Tasaray” le suceden a la madre de la protagonista, quien fallece en un “crimen colectivo”, a causa de prácticas laborales nocivas como trabajar en un lugar sin ventilación, respirando libros con hongos y por la falta de equipo de protección.

“Creo que son prácticas que podemos identificar en muchos trabajos (…) se da cuenta que el enemigo no es una persona en particular, sino la lógica en la que están trabajando”, señala. 

Cantor enfatiza la importancia de que los escritores incipientes se marquen objetivos “muy ambiciosos” y no dejen de escribir. Al igual que hacerlo de temas que les apasionen y que les llamen la atención. 

“Lo peor que pueden hacer es querer terminar rápido la novela. Yo recomiendo que sea un trabajo más poco a poco. Como la práctica del yoga, que poco a poco, vas alcanzando más elasticidad y son prácticas muy cortas. Y al final, vas agarrando más práctica”, declaró. 

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