En un mundo donde la libertad es una aspiración, Johny Salido la ha convertido en su forma de vida.
Como el primer mexicano en clasificarse para el Red Bull Rampage, este joven de Guadalajara ha llevado al freeride a una dimensión que va más allá de la técnica, acercándose a lo etéreo.
Para él, el freeride es más que un deporte, es una forma de expresión donde cada truco y descenso reflejan una búsqueda constante de libertad.
El camino de Johny Salido no ha seguido un guion preestablecido, sino que se ha construido con base en momentos espontáneos y decisiones intuitivas.
“Estuvo chistoso porque no fue como un plan, no fue como un plan que seguí, sino que las cosas se dieron y pasaron y aquí estamos ya cinco o seis años como full en la bici, viviendo mi sueño de chiquito”, comparte mientras deja entrever la autenticidad que lo define.
Desde niño, Johny Salido creció rodeado de deportes extremos gracias a la influencia de su padre. Entre motos, snowboard y montañismo, experimentó la adrenalina desde muy joven, pero fue la bicicleta la que le ofreció algo único: la libertad de expresarse sin restricciones.
“Yo dije: de aquí soy. Yo no quiero tener a alguien que me esté diciendo qué hacer todo el tiempo”, comenta. El freeride, una disciplina sin reglas rígidas, le permitió ser él mismo.
No obstante, esa libertad ha venido acompañada de grandes desafíos, especialmente tras su accidente en el Red Bull Rampage, el certamen más importante a nivel mundial de este deporte.
“Era de que, pues, dejo de andar en bici o arreglo mi cabeza y arreglo mis pensamientos y… vuelvo a empezar”, recuerda sobre su decisión de seguir adelante.
Para Johny Salido, el miedo es un compañero constante, una señal que su cuerpo le envía para recordarle los riesgos. Sin embargo, no lo ve como un enemigo, sino como una herramienta útil para mantenerse alerta.
“El miedo es una herramienta de supervivencia que tiene el cuerpo”, explica.
A pesar de que siente el miedo de manera física —con el corazón acelerado y los nervios a flor de piel—, ha aprendido a domarlo, a usarlo como una guía para reconocer sus límites y saber cuándo es el momento de arriesgar y cuándo es mejor esperar.
“El miedo no se quita, va evolucionando conforme a tus habilidades. Mucha gente dice: ‘ay, a ese güey no le da miedo’. No, claro que me cago de miedo, pero ya sé lidiar con él. Hace 15 años me daba miedo una rampa de un metro, ahora tal vez me lo produce la rama de 30 metros (…) Si no me veo visualizando un truco, no lo hago”, confiesa.
Freeride, una hermandad auténtica
El freeride le ha permitido conocer una comunidad que se ha convertido en una verdadera hermandad, un entorno donde los lazos de amistad y el apoyo mutuo son esenciales.
“Es una comunidad muy unida, todos somos amigos, todos somos de toda madre, todos nos apoyamos. Nadie quiere que el otro se caiga. No tenemos reglas ni un gobierno, entonces nosotros mismos somos quienes llevamos el deporte, y eso creo que nos une aún más, ¿no? Porque no es como si hubiera un gobierno que organiza las competencias y el calendario, no, lo hacemos nosotros. Somos los que llevamos la bandera del deporte, y pues eso es algo muy chido“.
Esta pasión de Johny Salido se combina con su amor por explorar el mundo. Cada destino que visita le ofrece una experiencia única, desde los bosques de Whistler, Canadá, hasta los desiertos de Utah y las montañas de Chile.
Europa, África y Nueva Zelanda lo asombran con su diversidad, pero siempre mantiene un vínculo especial con México, su hogar y punto de partida.
“El mundo está lleno de lugares increíbles, y decirte uno está difícil”, confiesa.
Los kilómetros recorridos también le han permitido desarrollar un profundo sentido de gratitud y reflexionar sobre las injusticias que existen en distintas partes del mundo. “Te ayuda a abrir la cabeza… salirte de tu burbuja social y darte cuenta de lo afortunado que eres”’, comenta.
En algunos de esos lugares, Johny Salido se ha encontrado cara a cara con la desigualdad, y la lectura de A Brief Guide to Global Inequality le permitió comprender mejor las causas de estas diferencias. Esto reafirmó su agradecimiento por poder vivir un sueño que muchos ni siquiera podrían imaginar.
Mirando hacia atrás, Johny se siente afortunado de ser uno de los pocos que ha cumplido sus sueños de infancia.
“Creo que soy de las pocas personas, muy pocas en el mundo, que realmente ha cumplido sus sueños”, reconoce.
Sin embargo, si algo lo mantiene conectado al presente es la bicicleta. “La bici me saca de mi cabeza y me pone en el momento“.
La historia de Johny Salido es la de un joven que ha sabido equilibrar el riesgo con la pasión y la adrenalina con la reflexión.
A pesar de haber alcanzado tanto, sigue explorando nuevas aventuras, desde el paracaidismo hasta su próxima licencia de piloto, siempre en busca de horizontes por descubrir.
Su vida refleja ese espíritu libre que lo caracteriza y que lo seguirá guiando, ya sea sobre una rampa de 30 metros o surcando los cielos en su próxima aventura.