Myriam Moscona es una figura destacada en el mundo de las letras que ha dejado una huella imborrable en la literatura contemporánea. Entre variadas obras y distinciones, ha sido ganadora del Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes en 1988 por Las visitantes, así como del Premio Xavier Villaurrutia 2012 por Tela de seboya.
En sus años escolares, Myriam no se consideraba a sí misma escritora; para ella, estas eran figuras inalcanzables en su imaginación. Aunque no estudió letras, sino periodismo y comunicación, su conexión con las palabras la llevó a asumir gradualmente el papel de autora. A medida que sus amigas le pedían que escribiera cartas para sus novios, Myriam se percató de la influencia que podía ejercer a través de sus palabras.
Poesía, la puerta a un mundo desconocido
A pesar de que algunos consideran la poesía como un género poco leído y difícil de comprender, para la escritora, esta rama de la literatura va más allá de la razón, pues ofrece un sinfín de viajes internos que se adentran en terrenos intuitivos y apasionados.
Incluso cuando no está escribiendo, la mente de Myriam está moldeada para captar la belleza de las cosas, las atmósferas y las sutilezas del lenguaje.
Myriam Moscona siempre está dispuesta a aprender y a desafiarse a sí misma, evitando caer en la repetición y explorando nuevas formas de renovarse en su escritura. Para ella, la creatividad no se trata solo de ganar lectores, sino de diversificar manteniendo la fidelidad a una misma.
Lectores, verdadera recompensa de un escritor
Uno de los logros más significativos de Myriam fue su participación en un programa que llevaba escritores a hospitales públicos. En ese periodo, leyó un poema llamado “Instructivo para descifrar un mal”, que trataba sobre la migraña.
El texto resonó especialmente en los oyentes y provocó que algunos le entregaran regalos. Para Myriam, estos significaron un trofeo y una muestra de cómo la apertura y empatía de cada posible escucha o lector es lo que realmente importa.
Una mujer que hizo un regalo, a pesar de su analfabetismo, encontró en las palabras de Myriam una conexión profunda que trascendió las barreras del lenguaje escrito. La poesía, en ese momento, se convirtió en un puente entre dos mundos aparentemente distantes.
Con su compromiso y pasión por las letras, Myriam Moscona nos ha enseñado que la poesía trasciende las barreras y nos invita a explorar los misterios del mundo a través de las palabras.