En un mundo donde la productividad es sinónimo de valor, hablar de “hacer nada” suena casi a rebeldía. Sin embargo, desde los Países Bajos surge un concepto que invita justo a eso: niksen.
Esta práctica —aparentemente sencilla, pero profundamente contracultural— propone frenar, detenerse y permitir que la mente vague sin rumbo, sin culpa ni propósito.
¿El objetivo? Recuperar el equilibrio, mejorar la creatividad y reconectarnos con nosotros mismos.
¿Qué es el Niksen?
En holandés, niksen significa literalmente “no hacer nada”. Pero no se trata de procrastinar con el celular o ver una serie de fondo mientras revisas correos. Implica estar ocioso de forma consciente, sin distracciones externas, sin metas ni intención de ser productivo. Es simplemente existir, permitiendo que el tiempo pase y que la mente fluya sin estructura.
Lejos de ser una pérdida de tiempo, esta práctica ofrece un respiro a una sociedad obsesionada con la eficiencia. Y aunque pueda parecer lo opuesto al mindfulness, comparte con él una intención común: cuidar la salud mental. La diferencia es que, mientras el mindfulness nos pide estar presentes y atentos, el niksen nos da permiso para perdernos.
Niksen: del ocio culpable al descanso necesario
Aunque niksen ha sido parte del imaginario holandés por años, su popularidad explotó en 2017 gracias a un artículo de la periodista Gebke Verhoeven titulado “Niksen is the New Mindfulness”, publicado en la revista Gezond Nu. Verhoeven denunciaba una realidad familiar para muchos: “Abarrotamos nuestro tiempo libre de actividades, de modo que no nos queda ni un minuto para simplemente no hacer nada. ¿Es eso malo? Sí, lo es. No le das espacio ni tiempo a tu cerebro para procesar información o sentir lo que realmente necesitas”.
Para ella, la solución está en elevar el ocio al nivel de arte. Y es que al desconectarnos de la constante estimulación —pantallas, agendas, notificaciones— abrimos un espacio fértil para el descanso, la introspección y la creatividad.

El valor de la mente errante
Sandi Mann, psicóloga de la Universidad de Central Lancashire, ha investigado los beneficios del ocio y la ensoñación. “Niksen puede ser simplemente cuando evitamos hacer lo que ‘deberíamos’ estar haciendo, porque no queremos o no estamos motivados. Y en su lugar, no hacemos gran cosa”, explica en un artículo publicado por The New York Times.
Aunque suene contradictorio, esa aparente pasividad activa zonas profundas de nuestra mente. “Soñar despiertos —una consecuencia inevitable del ocio— nos vuelve más creativos, mejores resolviendo problemas y generando ideas nuevas”, afirma Mann. Pero para lograrlo, advierte, es necesaria una ociosidad total: “Permite que tu mente busque su propia estimulación. Es entonces cuando aparecen las ensoñaciones y el vagabundeo mental, y con ellos, la creatividad”.
¿Cómo practicar Niksen?
Incorporar niksen a tu vida no requiere técnicas sofisticadas ni tiempos prolongados. De hecho, entre más simple, mejor. A continuación, te compartimos algunas ideas para empezar:
- Mira por la ventana sin hacer nada. Observa el cielo, las hojas moviéndose, las nubes pasando. No intentes interpretar ni pensar en nada específico.
- Siéntate sin distracciones. Apaga el celular, evita libros o música. Solo siéntate y deja que tu mente divague.
- Deja que el aburrimiento te alcance. No corras a llenar el vacío. Permite que ese espacio incómodo se convierta en un terreno fértil para nuevas ideas.
- Haz una pausa sin propósito. No todas las pausas necesitan justificarse con productividad. A veces, basta con detenerse.
Beneficios del Niksen: bienestar sin esfuerzo
Lejos de ser pereza disfrazada, niksen puede tener impactos tangibles en tu salud mental y emocional. Diversas investigaciones —incluyendo estudios publicados en Frontiers in Psychology— han demostrado que permitir que la mente divague ayuda a reducir el estrés, combatir la fatiga y mejorar la capacidad para resolver problemas.
Además, al practicar niksen con regularidad, entrenamos al cerebro para tolerar el silencio y la inactividad, dos condiciones cada vez más raras en la vida moderna. El resultado: más claridad, menos ansiedad y una relación más amable con el tiempo y con uno mismo.
Niksen en el trabajo y la vida cotidiana
Aunque parezca contradictorio, incluir niksen en tu jornada laboral puede aumentar tu productividad. Al desconectarte brevemente, tu mente se reinicia, permitiéndote regresar con mayor enfoque y creatividad. Aquí algunas formas sutiles de practicarlo en el día a día:
- Tómate cinco minutos entre reuniones para no hacer nada.
- Evita llenar cada momento libre con redes sociales o tareas.
- Deja un espacio en blanco en tu agenda: protégelo como una cita contigo mismo.
Niksen vs Mindfulness: ¿opuestos o aliados?
Aunque a simple vista parecen opuestos, niksen y mindfulness pueden ser complementarios. Mientras uno propone la atención plena, el otro promueve la ausencia de atención intencional. Ambos, sin embargo, buscan lo mismo: un respiro de la hiperactividad mental.
Podríamos decir que el mindfulness es como observar un río que fluye, consciente de cada gota, mientras que niksen es dejarse llevar por la corriente, sin remar ni resistirse. En tiempos de hiperconectividad y agendas saturadas, ambas prácticas son herramientas valiosas para reconectar con lo esencial: nuestro bienestar.
