Sol Castro es ingeniera industrial, chef, escritora, empresaria y alpinista guanajuatense. Comenzó a escalar a los 40 años, cuando buscaba una actividad que la reconectara con su esencia espiritual. En diversas ocasiones, ha sido premiada por sus logros.
La destacada alpinista mexicana ha escalado montañas en Nepal, África, Perú, México y Pakistán. También tiene su propia empresa de turismo de aventura, Sol Castro Expediciones, donde acude a la montaña con personas que buscan sus propias respuestas en conexión con la naturaleza y el deporte.
“Antes de comenzar a escalar tenía una crisis existencial, por lo que busqué otro sentido a la vida[…] Me topé con el montañismo y, de acuerdo con mi personalidad, encajé muchísimo”, comenta.
Este deporte la ha ayudado a encontrar respuestas, por lo que buscó prepararse profesionalmente. Por ello, asistió a diversos cursos y se afilió a la Asociación de Montañismo de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
“Esa búsqueda interna que tenía no sólo era hacía adentro, sino que en la montaña comencé a explorar hacia afuera; esto me hacía estar en el aquí y en el ahora”, menciona,
El montañismo requiere de mucha preparación y concentración: avanzar y llegar a la cumbre se convierten en objetivos primordiales durante días, semanas o meses, según la montaña que sea escalada.
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“Cuando vas enfocada en la escalada no piensas en otra cosa, porque en el montañismo no hay margen de error. Las decisiones que se toman son muy radicales; sabes que no te puedes equivocar y llevas un enfoque al 100%”, expresa Sol Castro.
En una expedición, relata como anécdota, caminaba hacia la cumbre y, a tres horas de llegar, hubo un punto en el cual ya no pudo continuar porque su oxígeno complementario se había terminado.
“En ese momento me pregunté si seguía a la cumbre o me bajaba. Por mi mente pasó el entrenamiento de casi un año que pasé para llegar a esa montaña, el dinero invertido, el tiempo y todas las cosas de por medio[…] Desprenderme de la cumbre me costó mucho trabajo”, cuenta la alpinista.
Este suceso la llenó inicialmente de frustración, pero posteriormente se dio cuenta de que las dificultades en la montaña vuelven a las personas buenas montañistas. Agrega que esto es como la vida, ya que las dificultades son las que nos forjan y nos vuelven hábiles.
Gracias a su amplia trayectoria apunta que, para emprender un viaje de escalada, lo primero que se debe hacer es visualizar este sueño con pasión, lo que da el empuje necesario cuando las cosas salen mal. Posteriormente, se procede a la logística: el entrenamiento necesario, el financiamiento y toda la organización posterior.