En uno de los movimientos más comentados del año, el grupo Prada ha adquirido la casa Versace, redefiniendo el mapa de la alta moda.
La operación, valorada en €1.25 mil millones, cierra un ciclo que comenzó en 2018, cuando la marca fue vendida al conglomerado estadounidense Capri Holdings.
Más allá del movimiento financiero, la operación representa algo más profundo: una repatriación simbólica de una de las marcas más sensuales y reconocibles del lujo italiano, señalan especialistas.
Un lujo que regresa a casa
La industria italiana ha sido históricamente la gran manufacturera del lujo. Según estimaciones de Bain & Company, entre el 50% y 55% de los bienes personales de lujo que se consumen en el mundo se producen en Italia
Sin embargo, la propiedad de las marcas más poderosas ha migrado fuera de sus fronteras. Mientras LVMH y Kering consolidan su dominio desde Francia, Italia ha carecido de un conglomerado con similar envergadura.
La compra de Versace por parte de Prada, el mayor grupo italiano de lujo por ingresos, reactiva la esperanza de construir un gigante local. Achim Berg, asesor en la industria de moda, lo expresó así en declaraciones recogidas por Reuters: “Es exactamente lo que muchos italianos han estado esperando”.
Incluso desde medios más culturales y jóvenes, como Culted, se celebra que Versace “se quede en casa en Italia”, reforzando la idea de una identidad de marca que vuelve a sus raíces.

De la rivalidad estética al potencial de sinergia
A primera vista, Versace y Prada parecen marcas opuestas: mientras la primera apuesta por el maximalismo glamuroso con colores y formas exuberantes, la segunda ha edificado su imperio desde el intelectualismo austero y el minimalismo chic.
Según el consultor Milton Pedraza, líder del Luxury Institute y citado por Marketplace.org, Versace representa “ese look romano tipo Calígula”.
Lisa Armstrong, jefa de moda en The Telegraph, ofrece una pintura aún más vívida: “Versace era la chica fiestera, Prada una curadora de museo con diamantes antiguos”.
Sin embargo, detrás de esas diferencias hay una amistad que une a Donatella Versace y Miuccia Prada desde hace más de 15 años, recuerda Lisa.
Ambas han compartido experiencias como mujeres al frente de empresas familiares en una industria dominada por hombres, y han mostrado una afinidad por cuestionar las normas desde su propia trinchera creativa.

El reto de reactivar una marca icónica
Aunque Versace es una de las casas más reconocidas del mundo, su rendimiento no ha estado a la altura de su fama. Según Marketplace.org, sus ingresos cayeron un 15% el último trimestre, y no ha consolidado líneas de negocio fundamentales como bolsos, maquillaje o perfumes.
Armstrong lo resume con agudeza: “Si sus ingresos fueran remotamente proporcionales a su notoriedad, Versace debería ser una marca de $10 mil millones anuales”.
Desde esta perspectiva, Prada no adquiere una marca en decadencia, sino una joya mal aprovechada. Ya lo hizo con éxito cuando contrató a Raf Simons para revitalizar su línea principal y reforzó su equipo con una estructura creativa ágil y diversa.
La llegada de Dario Vitale, exdirector creativo de Miu Miu, a la cabeza de Versace también señala una intención clara: redirigir el rumbo estético sin borrar el ADN de la marca. Culted plantea, con tono especulativo, si veremos una “Miu Miu-ificación” de Versace, anticipando una etapa más fresca, colaborativa y orientada a los accesorios.
El conglomerado italiano en construcción
Prada ha coqueteado antes con la idea de ser un conglomerado de moda. A finales de los 90, adquirió Jil Sander, Helmut Lang y Alaïa, pero no logró consolidarlos, según recuerda un artículo de The Guardian.
Hoy, con una estructura más madura y una visión estratégica clara, la adquisición de Versace podría marcar el verdadero inicio de ese camino.
Patrizio Bertelli, presidente del grupo Prada, lo declaró en un comunicado recogido por el medio británico: “Estamos listos para escribir una nueva página en la historia de Versace, celebrando y reinterpretando su estética audaz y atemporal”.
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Una despedida liberadora para Donatella
Donatella Versace no se desvincula por completo: ahora será embajadora de marca, enfocada en vestir celebridades y proyectos filantrópicos, según varios reportes.
Para Lisa Armstrong, su retiro del mando creativo podría ser un alivio. “Ha habido muchos momentos desde la muerte de su hermano en que parecía que cargar con su legado era demasiado para ella”.
Quizá, por primera vez en décadas, Donatella podrá disfrutar del lujo desde un lugar distinto: uno que no exige, sino que honra.
