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Viridiana Cruz y el arte dulce de desafiar los límites

Viridiana Cruz
Foto: Diego Ramírez.

A los ocho años, Viridiana Cruz ya tenía las manos llenas de harina. Mientras otros niños soñaban con ser astronautas o futbolistas, ella encontraba placer en los hornos y las mezclas dulces.

Sin embargo, su camino hacia la repostería no fue una línea recta, sino una espiral creativa que comenzó en el corazón de una familia que cambió los hilos de la costura por el aroma del pan recién horneado. Hoy, esta joven de Aguascalientes está a punto de representar a México en la Copa Mundial de Reposteros Junior 2025 en São Paulo. No es cualquier logro: es un boleto a la historia.

La repostería, cuenta Viridiana, llegó a ella como una epifanía entre clases universitarias. Se había inscrito en la carrera de Negocios Gastronómicos con la intención de evitar el camino familiar.

Nada de repostería ni panadería”, se prometió. Pero la cocina tenía otros planes. Las recetas dulces se le daban de forma casi mágica, incluso cuando intentaba que algo saliera mal. Fue entonces que se rindió a su verdadera vocación.

En la Universidad Panamericana encontró una formación integral: “No solo te enseñan a cocinar, te enseñan a emprender, a diseñar un restaurante, a pensar el negocio”. Y ella, que tenía claro que la repostería no era solo técnica sino expresión artística, supo sacarle jugo a cada materia.

La confirmación de que lo suyo iba más allá de lo tradicional vino durante sus prácticas en Guadalajara, en un restaurante con visión europea. Allí, entre postres refinados y técnicas poco comunes en México, su estilo dio un giro opuesto. Adiós a los pasteles convencionales; hola al terciopelo y al glaseado espejo.

Viridiana no solo hace postres: los convierte en arte. De ahí el nombre de su marca: ViDolce, una empresa que inició cuando tenía 17 años como argumento ante unos padres escépticos, y que hoy funciona como un espacio de creación y enseñanza.

El arte a tu mesa”, dice su eslogan, y no es una frase vacía. Sus creaciones generan asombro, casi resistencia a comerse algo tan estéticamente perfecto. Pero detrás de cada pieza hay horas de ensayo, error y perfeccionamiento.

Viridiana Cruz

La docencia también se volvió parte de su camino. Desde hace un año y medio, Viridiana da clases en la Universidad Panamericana de Aguascalientes. Su misión: hacer que sus alumnos pierdan el miedo a la repostería. “Ver cómo de creer que no pueden, pasan a lograr postres que antes solo veían en Instagram, es lo que más me llena”, afirma.

Esa pasión por compartir el conocimiento se extiende incluso a su emprendimiento: imparte cursos personalizados, íntimos, uno a uno, donde puede atender a fondo a cada aprendiz.

Y ahora, todo su enfoque está en la Copa Mundial. “Literalmente puse en pausa ViDolce para capacitarme yo”, dice con determinación. Solo asiste a clases dos días a la semana; el resto lo dedica a entrenar para el campeonato.

No es una competencia menor: se enfrentará a jóvenes talentos de todo el mundo en cinco pruebas agotadoras, incluyendo una escultura de caramelo que debe alcanzar hasta metro y medio de altura. Para ella, ese reto es el más emocionante. “Me encanta hacer cosas complicadas. El caramelo es un reto enorme, como trabajar con vidrio caliente. No hay margen de error”.

Pero detrás del temple y la técnica, también hay vulnerabilidad. Viridiana admite haber sentido el Síndrome del Impostor antes de postularse al certamen. Estuvo a punto de no mandar su currículum. “Pensaba, ¿para qué me postulo para algo tan grande?”.

Pero los comentarios positivos de sus conocidos, el reconocimiento implícito de sus estudiantes y su propia evaluación crítica del trabajo bien hecho la convencieron. Ahora, para no ser traicionada por los nervios, se prepara también en el plano emocional con apoyo psicológico: “Así como los atletas se preparan mentalmente para las Olimpiadas, yo decidí hacer lo mismo”.

Viridiana Cruz

Representará a México sola, aunque acompañada por un equipo de apoyo. No busca únicamente ganar —aunque, claro, sueña con ello—, sino absorber cada segundo de la experiencia como aprendizaje para futuras competencias.

Solo puedes ir una vez a esta copa por la edad, pero quiero seguir concursando. Este es el primer paso”. Su visión no termina en São Paulo: se ve impartiendo cursos en todo México, llevando técnicas de alta repostería a cada rincón del país. “En México también podemos hacer cosas impresionantes. No solo en Europa o Asia”.

Viridiana Cruz es, sin duda, una repostera fuera de serie. Pero también es una educadora nata, una emprendedora resiliente y una artista del sabor. Y a quienes la han apoyado, les dedica cada logro con emoción sincera. “A veces ni se dan cuenta, pero sus palabras fueron las que me impulsaron a postularme”.

A otros jóvenes soñadores les deja un consejo vital: no se queden con lo que ya saben. “Aunque creas dominar algo, siempre hay formas nuevas de aprenderlo. No dejen de capacitarse. El reto está en nunca dejar de crecer”.

Y si alguien necesitaba una prueba de que el talento dulce también puede conquistar el mundo, el nombre de Viridiana Cruz será, muy pronto, una referencia obligada.

Viridiana Cruz

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