Uno podría argüir que Andrés Roca Rey no es solo un torero; es un filósofo de la arena que enfrenta la muerte con una mezcla de respeto reverencial y un compromiso inquebrantable con su arte.
Desde su lejano Perú hasta las grandes plazas de España, Roca Rey ha declarado su ambición con una claridad resonante: “Si he venido desde tan lejos, es para ser el número uno“, según sus palabras en una entrevista de 2021 con el diario ABC.
Este deseo no solo destaca su dedicación sino que también revela su profunda conexión con la tauromaquia, una pasión que define cada aspecto de su vida.
Desde su infancia, Andrés Roca Rey estuvo destinado para el ruedo. “Jamás fue obligación porque en el mundo del toro te juegas la vida… es una decisión propia desde chico“, afirmó en una entrevista de 2017 con Mural.
Este camino autoelegido es uno pavimentado no solo con peligro sino con una profunda necesidad de expresión personal, donde cada faena es un acto de revelación íntima, la máxima expresión de la vida en su lucha contra la inminencia de la muerte, como él mismo confesó en una conversación con Escaparate en 2020:
“Para mí, es la forma que tengo de expresar mis sentimientos a base de lo más puro y lo más real que hay: la vida y la muerte“.
El miedo es un tema recurrente en las reflexiones de Andrés Roca Rey, un sentimiento omnipresente que maneja con una mezcla de aceptación y desafío. “Tengo miedo a todo, todos los días“, reveló en una entrevista de 2019 con El Mundo.
“No me gusta evitar el miedo, me gusta competir contra el miedo, es lo que te hace sentir grande. Lo que me da más miedo es despertarme y que todo lo que he vivido haya sido un sueño“, profundizó.
Este miedo constante no es un obstáculo, sino un catalizador que impulsa a Roca Rey a superar sus límites y enfrentarse a sus mayores temores, incluido el definitivo: la muerte en la plaza.
Su valentía es un testimonio de su filosofía, que abraza el miedo como un componente esencial de su grandeza. “Cuando estás dispuesto a que un toro te mate, no hay peor miedo que ese. Luego, lo que tenga que pasar, pasará“, detalló en Escaparate, una declaración que resalta su aceptación del destino más temido como parte integral de su compromiso con el toreo.
Más allá del ruedo, Roca Rey mantiene un profundo respeto por el toro, una criatura que ve no como un adversario sino como un compañero esencial en el arte del toreo.
“El toro es como un ser especial. Los toreros no somos enemigos del toro. Estamos agradecidos de lo que el toro bravo nos da. “, compartió en El Mundo en 2019.
La integridad es otro pilar en la vida de Roca Rey. En el toreo, como en la vida, busca siempre actuar con rectitud, un reflejo de su carácter y su enfoque ético hacia su profesión y su existencia.
““En la profesión y en la vida me gusta ir siempre por derecho, seguir mi línea, no me gusta traicionarme a mí mismo, ni a mi concepto de la vida y del toreo. Dicen que toreas como eres, y es verdad”, afirmó en El País en 2018. Esta declaración no solo refleja su honestidad y su compromiso con la autenticidad, sino que también invita a considerar el toreo como un reflejo del carácter del torero.
Andrés Roca Rey es, en última instancia, un hombre que vive en la encrucijada entre la vida y la muerte, entre el miedo y el coraje, y entre la tradición y la expresión personal profunda.
