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Isidro Ortiz: compartir la gracia y los dones

Una línea atraviesa gran parte de la música que tradicionalmente se considera como clásica: la música litúrgica o sacra. Compositores de distintas épocas y latitudes, como Mozart, Vivaldi, Schubert o Bach, dedicaron muchas de sus obras a este rubro: escribieron “Missa”, “Gloria”, “Ave María” o “Himnos al Espíritu Santo”.

Nacido en la localidad de Santa Elena, en el municipio de Pino, Zacatecas, Isidro Ortiz creció en un pueblo cuna de mariachis. Si bien aún hoy en ocasiones toca música regional mexicana en serenatas, en la música litúrgica ha encontrado su vocación.

En cuarto de primaria tocaba con sus compañeros en un mariachi: amenizaban días del padre o de la madre, comidas con gobernadores -recuerda que incluso tocaron en una ocasión en una comida para Genaro Borrego Estrada-. Su maestra Silveria Pérez identificó su gusto y le consiguió una opción: estudios en Zacatecas, con hospedaje y alimentación. Dado que el hermano de Isidro era seminarista en Aguascalientes, su padre decidió que mejor se fuese él también a esa ciudad.

Los inicios de Isidro Ortiz 

A la edad de 14 años ingresó a la Escuela Diocesana de Música Sacra de Aguascalientes. Durante cuatro años, conciertos, misas, la apreciación de las obras de grandes compositores, la práctica del canto gregoriano, además del acompañamiento de sus maestros, confirmaban su interés. Sin embargo, no fueron tiempos fáciles. Venirse para acá implicó mucho esfuerzo y sacrificio. Yo venía de un pueblo y no sabía andar en la ciudad”, rememora.

Como ejemplo, cuando iba a Santa Elena, se traía un garrafón de agua de allá, porque la de Aguascalientes “no le caía”. En su último año como alumno, comenzó a dirigir el coro de la institución.

De ahí en adelante, ha combinado la pasión musical por la dirección coral con la composición. Tras casarse, estudió una especialización, con la beca de la entonces CONACULTA, en San Luis Potosí.

Hacia 1998, fundó Laus Deo, un ensamble coral y orquestal con el que estrena la mayoría de sus obras. Si bien no lo dice por modestia, sus arreglos y composiciones se han tocado en muchas zonas del país (e incluso en el extranjero). Desde hace 18 años dirige el coro Voces de Alborada, de la Parroquia de Bosques, en Aguascalientes, un grupo que se formó un par de años antes.

Isidro Ortiz: hacer valer los dones recibidos

Al salir de la Escuela Diocesana, Isidro Ortiz estudió un tiempo cello en Los Arquitos. En 1996, entró a la Parroquia del Espíritu Santo, con el fallecido padre Sabas Martínez. Desde entonces ha combinado ese trabajo con su labor familiar y sus clases a nivel preescolar. Cuenta que comenzó a componer “casi por necesidad”:

“En todo ese trayecto, hacían falta composiciones apropiadas para la liturgia. Antes había poco, no había internet ni tantos recursos como ahora, que es muy fácil. Uno tenía que rascarse con sus propias uñas, conseguir material con los colegas o escribir, inventar”, dice.

En la Escuela Diocesana aprendió historia de la música, apreciación musical, solfeo, teoría de la música, armonía, contrapunto, composición, piano, órgano, entre otras materias. Con la necesidad como movilizador, ha puesto sus conocimientos al servicio de la creación:

“Todo tiene un fundamento: si estamos hablando de música sacra, el elemento principal es el texto. Yo tomo o escribo un texto, ajusto la métrica, los versos. Luego vienen los elementos musicales, que dan la estructura y la forma. Elementos: la forma, el ritmo, la melodía y la armonía. Después, pones la tonalidad, la dotación coral (quien quieres que la ejecute, si es para dos violines, un celo, o un coro a capella, etc). Cuando decides eso viene la velocidad, los matices, etc.”, comparte.

Una composición especial para Isidro Ortiz

Isidro Ortiz realiza muchas veces arreglos de ciertas obras para grupos que lo solicitan. Cuando trabaja una obra personal, enfoca su labor desde miradas como la inspiración, la soledad y la identidad:

“El objetivo de un compositor es crear, y el del músico es ejecutar lo creado, ya sea con un instrumento o con la voz; entonces al compositor lo identifica su inspiración, su capacidad para inventar y crear una obra a partir de una idea y ponerle un sello particular. Al músico lo identifica la ejecución de un instrumento, la pasión y la disciplina que imprime a ello”, anuncia.

Entre los proyectos en proceso, Isidro Ortiz destaca dos: el primero es una serie de homenajes a las piezas de músicos que toca regularmente en misas; el segundo es concluir una “Missa” -que es una forma como una sonata o un concierto-, que se titula “Con júbilo”.

Este último proyecto está muy avanzado. Entre sus partes se encuentra un “Santo”, que realizó con su esposa, quien falleció el año pasado. Escrita para: “su voz y la mía: ella soprano y yo barítono”, señala, es una de las piezas de un proyecto que ya ha sido estrenado y bien recibido: “ella me ayudaba a probar cada idea con su voz”, nos habla.

Isidro Ortiz ha hecho arreglos, composición y dirección coral de música sacra. En esa labor, no pierde de vista su norte: Compartir, no quedarte con lo que haces, porque sería egoísmo. Hemos recibido esos regalos, esos dones, esa facilidad de hacer música, pero todo lo que hacemos es para que lo difundamos y lo compartamos”, finaliza.

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