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La imagen sí importa… y mucho

Por: Marylú Vallejo, codirectora de  Agenc ¡a,

Imagina que llegas a un restaurante. Ves el menú y eliges un platillo porque en su descripción suena delicioso. Cuando el mesero llega con él, te das cuenta de que todos los ingredientes están sin orden en el plato: un revoltijo, pues. ¿Te apetece comerlo? ¿Qué hubiera pasado si en su lugar apareciera un plato muy gourmet, muy “instagrameable? Y es que, como dirían las abuelas, “de la vista nace el amor”.

Lo mismo sucede con nuestra imagen: la presentación, el “cascarón”, sí importa. Ojo, no me malentiendas, pues de nada sirve tener una envoltura perfecta, si, al abrir el regalo, está vacío. Y esto, querido/a lector, tiene que ver con la congruencia del mensaje que constantemente estamos enviando a los demás.

Dicen los estudiosos del tema que “Imagen es percepción”. Tardamos alrededor de siete segundos en crearnos una imagen sobre alguien. De ahí la importancia de dar una muy buena impresión, no sólo en el ámbito profesional y de negocios, también en la parte personal y de pareja.

La imagen sí importa para el mundo

Podemos ser los más profesionales, los más inteligentes, los más capaces para ocupar un puesto en alguna empresa, pero si no “parecemos”, las probabilidades de lograrlo caen en picada. Y puede que esto suene muy superficial para algunos, sin embargo, es una realidad. Como seres humanos, constantemente estamos evaluando a partir de nuestras ideas preconcebidas, ya luego el tiempo se encargará de reforzar esa primera impresión o de cambiarla, eso sí está en nuestras manos.

De acuerdo con una encuesta realizada por Adecco, el 76% de los empleadores en Estados Unidos considera que el aspecto físico influye en la decisión de contratar a un candidato. Además, el 93% de los empleadores afirma que la apariencia de una persona puede influir en su éxito laboral.

Entonces, la imagen sí importa… y mucho. Por ello, con esta columna, queremos brindarte herramientas que te ayuden a moldear el mensaje que quieres transmitir a los demás con tu manera de vestir, tu comunicación no verbal y tu forma de desenvolverte dentro del protocolo de la vida profesional y personal.

Para que, la próxima vez que alguien te vea, tengas la seguridad de que eres ese “plato en el menú” que todos piden, porque es garantía tanto en su sabor como en su manera de presentarse.

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