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Lucero Ardila: capturar lo volátil

Fotografía: Raquel Reynoso

En la actualidad, más de 200 mil seguidores en Instagram podría ser una cifra que asuste. Esos números no hablan solo de una presencia, sino de una responsabilidad: crear contenido que conecte, que comunique y que no pierda la esencia de que hay algo importante por mostrar.

Lucero Ardila es fotógrafa, creadora de contenido y divulgadora de arte. Con 22 años, la artista nacida en Victoria, Tamaulipas, es tan espontánea, divertida e incisiva al charlar como lo es en sus videos sobre Aurora Reyes, Pola Weiss o la historia del norteño. Además del Premio Estatal de la Juventud o de exposiciones internacionales, recientemente concluyó su licenciatura en Comunicación en el Tec de Monterrey.

Si bien comenzó sus estudios en la capital de Nuevo León, hace poco más de un año y medio decidió mudarse a la Ciudad de México para acercarse a las oportunidades laborales. La decisión no era errada.

Desde muy joven encantada por las artes —el teatro, el canto o el dibujo (aunque dice que este último lo hace horrible)—, entró a la fotografía primero pensando en un sustento, a través de la fotografía social. Con el tiempo decidió ir hacia la fotografía artística, que no abandona desde entonces:

“El teatro lo verá la gente que esté en el teatro. El canto también se puede compartir, pero yo no compongo y me gusta mucho la originalidad. Me gusta cantar covers de regional mexicano, pero yo no sé componer. Entonces dije: ‘este mi hobby, porque yo no puedo crear algo de cero’. En la foto me di cuenta de que podía crear algo 100% y era algo que no encontraría en otras partes”.

 La imagen como forma volátil

El Instagram de Lucero Ardila es un muestrario de sus inquietudes: sus convicciones políticas, sus charlas y conferencias, su humor, sus maniobras con el Photoshop, cuerpos múltiples y diversos —porque como bien dice “todo cuerpo merece ser fotografiado”, trayectos, espacios, siluetas y colores. Aun así, su imagen quizás podría describirse como volátil: “Siempre mis intereses cambian, entonces mi fotografía va a cambiar”.

Cuando comenzó, rememora, pensaba sus fotografías como pictóricas —es decir, que parecieran pinturas—. En ese tiempo, hizo una serie que retomaba el claroscuro barroco de Caravaggio. Ahora, mucho de su interés se va a la fotografía urbana:

“Estoy muy interesada en el espacio urbano y quiero juntar esa parte pictórica, arte y fantasía, con el espacio urbano normal mexicano, o sea, lo que vemos todos los días: cuando me voy al metro, los baches que están afuera de mi casa, cosas así”.

En ese sentido, pone en relación sus hallazgos anteriores con sus nuevas inquietudes:

“Me di cuenta de que hay espacios que cuentan un montón de historias por el mero hecho de existir, que se pueden crear cosas chilas ahí y que tienen muchas formas de expresión”.

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La edición como potencia: Photoshop e IA

Con un tatuaje de Remedios Varo en el brazo, Lucero menciona algunos nombres que nos trazan sus coordenadas: Leonora Carrington, Dorian Ulises López Macías, Graciela Iturbide, Krishna, pintoras latinoamericanas del siglo XX.

Con estas y otras fuentes de inspiración se permite explorar la imagen. Un rasgo que lo complementa es la edición como una forma de potencia. En consonancia con los nuevos tiempos, también está probando cómo implementar la IA en su edición:

“No puedo tomar una foto y no editarla. Imposible. No está en mí. No puedo. Sí, soy una atascada. Me estoy adentrando mucho, pero no me sale, en ayudarme de la IA. He tratado de hacer mis fondos con Meet Journey, todavía no perfecciono esa habilidad, pero sé que es necesaria. Quiero ver la forma de implementarla en mi arte, pero que siga siendo mío”, afirma.

Honestidad y naturalidad en el lenguaje

Es cierto que las redes sociales permiten construir nuevas conexiones y llegar a otros públicos, pero no es fácil hacerlo ni existe una receta precisa.

Cuando Lucero hizo su primer video de TikTok y se volvió “medio viral”, encontró que podía hacerlo. ¿Su clave? La honestidad y la naturalidad en el lenguaje. Al mostrarse transparente, ha construido lazos duraderos con muchos seguidores —incluso algunos son “sus besties” y se van a comer—.

No es tarea sencilla, por lo que Lucero ha realizado mucha introspección al respecto:

“He hecho el ejercicio de saber cómo me quiero comunicar con la audiencia, qué me gusta, qué colores me gustan, qué ropa, cuál es mi forma de hablar, qué me gusta de otras personas. Intento aplicar eso, lo bajo y veo: intento estar consciente de lo que me gusta, de lo que no me gusta y busco la forma de transmitir”, menciona.

Es aún más cierto que cuesta mantener esos lazos:

“Siento que esa parte humana es la que me ha dado la conexión con la audiencia, ¿qué historia cuenta detrás de la foto?”, dice.

La responsabilidad en la divulgación del arte

De una manera insospechada, Lucero Ardila descubrió que se había convertido en divulgadora del arte. Para muchos, ya no era sólo la fotógrafa, sino “la fotógrafa que habla de historia del arte”. No fue intencional, solo buscaba “chismear” de temas que le interesaban.

Al haber estudiado su preparatoria en un CEBETIS, con orientación en Mecatrónica, nunca tuvo propiamente un acercamiento a la historia del arte. Aprendió gracias a videos en Youtube y con el apoyo de una maestra en la licenciatura, por lo que sus plataformas también conjuntan esos deseos:

“Yo creo que Tiktok y los vídeos cortos nos permitieron compartir datos interesantes y despertar la curiosidad de la gente: hacer ver que cualquier persona puede ser una “persona de alta cultura”, como dicen malamente, pero la cultura es un tema muy humano y muy fácil que podríamos platicar en el mundo cotidiano”, comparte.

Hacer arte es un privilegio

A mediano plazo, Lucero Ardila se ve a sí misma haciendo lo mismo, pero con mayor alcance. Quizás un máster en edición e IA (que espera que pronto aparezca con becas para manutención incluidas). Quizás viviendo en el extranjero.

Si bien sus redes o sus conferencias son una muestra de las posibilidades económicas del arte, también busca ir en contra de la romantización: “Creo que todos podemos ser artistas y todos podemos crear por amor al arte, pero vender tu arte y vivir del arte es algo muy diferente. Yo, hasta la fecha, no vivo ‘full’ del arte, yo vivo de ofrecer un servicio artístico”.

Con esa plena conciencia y esa sonrisa fácil que la caracteriza, Lucero Ardila cierra con un motus necesario:

“Hay una frase que me gusta mucho: ‘muchas personas tienen talento, pero muy pocas personas tienen privilegio’. Se trata de tener eso muy consciente”.

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