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Montañas sagradas de México

Existen lugares en el mundo que parecen tener cierto magnetismo hacia los ovnis. De manera general, podemos mencionar a las cordilleras de los Andes, las Rocallosas, los Alpes y el Himalaya. Como el objetivo de esta narración es avocarnos a México, mencionaré las montañas sagradas que por siglos han sido visitadas por los viajeros siderales.

Es común pensar que las montañas son los sitios sagrados donde viven los dioses. Moisés hablaba con Dios en la cima del Monte Sinaí, y en ella precisamente recibió los mandamientos en dos tablas labradas por su poder divino. Cristo también vivió un momento doloroso en una montaña, donde exigió a Dios una explicación sobre su futura muerte y sacrificio.

Los aztecas consideraban a los volcanes Citlaltépetl, Popocatépetl e Iztaccíhuatl como montañas sagradas, tan es así, que se aterraron cuando los conquistadores se atrevieron a cruzar hacia Tenochtitlán por Tlamacas (Paso de Cortés), ante el temor de todos morir con un castigo divino. El mismo Diego de Ordaz retó a los dioses al subir al cráter en busca de azufre.

Es común que en las grandes montañas de México se encuentren desde cruces, cristos, altares, y hasta algunos templos ceremoniales sobre sus cimas. El Monte Tláloc tiene el altar templo más alto de México. Ahí residía el Dios del Agua, según los aztecas. La cima del Tepozteco tiene otro templo en honor a los dioses.

Montañas sagradas de México

El Monte Tláloc, además de su relevante importancia arqueológica, cuenta con una ubicación muy especial, donde en cierta temporada del año se puede ver una gigantesca montaña fantasma. Desde su cima se puede apreciar un espejismo ficticio. En el horizonte, durante el amanecer del 9 y 10 de febrero se alinean junto con el sol, el Pico de Orizaba, La Malinche y la Sierra Negra, creando la imagen de una sola montaña: un colosal volcán que no existe, pero ante los ojos de los espectadores, a cientos de kilómetros de distancia, ahí está, y no se puede desmentir su presencia.

 En sí, es lógico deducir que las pirámides mexicanas no son otra cosa más que copias de montañas inalcanzables, con un templo en la cima. El Templo Mayor contaba con dos templos gemelos en su cima. Uno dedicado a Tláloc y el otro a Huitzilopochtli. Los dos retacados de vísceras, con un hedor insoportable a muerte.

El volcán Popocatépetl es indiscutiblemente un sitio contacto. Existen innumerables narraciones de avistamientos, así como fotografías y videos de ovnis sobrevolando la caldera, algunos de ellos exagerados y manipulados, como uno en el que un gigantesco objeto en forma de puro se mete al cráter en erupción para desaparecer por completo.

El Iztaccíhuatl o La Mujer Dormida, es un enorme volcán inactivo, que alguna vez, hace millones de años, fue el volcán más grande de México. Catastróficas erupciones destrozaron su cima, quedó taponeado y generó una caldera alterna, que se convirtió en el Popocatépetl.

El Citlaltépetl o Pico de Orizaba, al igual que los colosos de Tlalmanalco, no se queda atrás en avistamientos ovni. Son cientos, y el mencionarlos, además de repetitivo y difícil de creer en muchos de los casos, haría cansada la lectura de esta reseña.

En México contamos con monolitos impresionantes, equiparables a la famosa Montaña del Diablo en Wyoming. La Peña de Bernal en Querétaro es un sitio mágico, un lugar donde se dice que convergen fuerzas del universo.  Las peñas del Diablo y Bernal parecen monolitos hermanos. Su magia es deslumbrante. Por algo la montaña de Wyoming se convirtió en el sitio contacto de la película Encuentros Cercanos del Tercer Tipo.

Existe otra peña llamada Cerro del Bernal, en Tamaulipas. Parecida en conformación y en nombre a la queretana. Esta peña aparece en el escudo emblemático del estado de Tamaulipas.

Otras montañas mágicas en México

Entre los volcanes de Tlalmanalco, La Malinche y el Pico de Orizaba se encuentra un lugar en Atlixco, Puebla, conocido como el Punto Marconi. Es considerado como el lugar número siete en puntos de avistamientos constantes en el mundo.

Atlixco,  montaña sagrada

En los fines de semana de los años noventa, se hizo común que decenas de autos y caravanas esperaran desde las 9 de la noche hasta la madrugada a que apareciera el famoso ovni de Atlixco, como fue bautizado en algunas publicaciones.  

Pensando más en una intencionada mercadotecnia aplicada al turismo ufológico, que en un edén ovnístico, en el lugar ya hay hasta un ovni de fierro (un tinaco convertido en Flying Saucer) y restaurantes cercanos para sentarte a contemplar un posible avistamiento. Hay quienes creen que Atlixco es como la polémica Área 51 en Nevada.

El sitio es famoso por un truco gravitatorio, en que, aparentemente, al poner un auto en neutral en una subida, este se va para adelante, es decir sube en vez de irse para abajo. El truco radica en una inclinación engañosa que te hace jurar que estas hacia arriba, cuando no es así.

Dicho fenómeno óptico sólo aumenta la fama paranormal del sitio. Sin duda, un lugar que merece ser visitado cuando uno ande cerca de la Puebla y Tlaxcala.

Avistamientos en Atlixco

Fue en la década de los 90 cuando dio inicio un gran número de sorprendentes avistamientos en esta región de Atlixco: objetos extraños y luces en el cielo, especialmente durante la noche. Los reportes se relacionaban directamente con la intensa actividad volcánica de don Goyo (El Popocatépetl), particularmente por su gran cercanía al volcán.

Los bosques de Tlalmanalco y los volcanes son zonas donde se han visto cosas extrañas. Desde objetos esféricos y en forma de puro entrando y saliendo del cráter de don Goyo, hasta luces paseándose por el pecho de la Mujer Dormida. Rescatistas locales, alpinistas de alto nivel, aseguran haber visto seres de dos metros y medio, escuálidos y veloces, caminando rumbo al cráter sin ninguna protección, dejando con la parte del talón un hoyo profundo.

Otras montañas sagradas de México

México tiene dos largas cadenas montañosas formando una V imaginaria. Esa V la conforman la Sierra Madre Oriental y la Sierra Madre Occidental, con el Eje Volcánico Transversal como base. En el centro de esa V se localiza la Altiplanicie mexicana, una meseta de vastas dimensiones con una altitud media superior a los mil 500 metros sobre el nivel del mar.

La Sierra Madre Occidental atraviesa los estados de Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Durango, Zacatecas, Nayarit y Jalisco, distinguiéndola como la más extensa del país. En ella predominan formaciones de origen volcánico, las cuales alcanzan los tres mil metros sobre el nivel del mar. Esta cadena montañosa forma parte de la Cuenca del Pacífico (que recorre toda la porción occidental del continente americano, desde Alaska hasta los Andes).

La Sierra Madre Oriental, por el contrario, se extiende desde el noreste de México hasta el Sistema Volcánico Transversal y limita con la llanura costera del Golfo de México. Abarca parte de Nuevo León, Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo y Puebla. No tiene tanta elevación como su contraparte occidental; pero, en el norte, alcanza altitudes cercanas a los tres mil 700 metros sobre el nivel del mar.

Sumadas a las anteriores cadenas montañosas, México también cuenta con la Sierra de California y la Sierra Madre del Sur. No obstante, como un equilibrio de la naturaleza, también existen a nivel de relieve: llanuras, penínsulas, valles, mesetas y depresiones. Todos ellos en combinación generan una gran variedad de paisajes y hábitats diferentes, que es lo que caracteriza a México.

Todas estas montañas son sitios poco habitados, algunos casi vírgenes, lugares muy solos y escondidos, sitios ideales para los avistamientos de objetos voladores no identificados.

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